Aunque la impresión es que
esa pregunta se puede contestar fácilmente, cuando empezamos a analizar resulta
que el asunto se complica un poco. Contrariamente a lo que pudiéramos esperar,
el mes de Diciembre y la Navidad para la mayoría de las personas adultas no son tan
agradables como parece. Si eres un poco curioso(a) consulta las estadísticas
de suicidio y verás que el mayor número de ellos ocurre, precisamente en
Diciembre.
En estas épocas del año
muchos de nuestros problemas aumentan en
lugar de disminuir. El dinero no alcanza porque nuestra sociedad impone una
serie de costumbres inútiles, pero muy productivas desde el punto de vista
económico. Es época de mucho viajar; vamos a otros lugares o recibimos visitas
en nuestra casa, y eso plantea cambios importantes en nuestra rutina de vida y
en el presupuesto familiar. Es requisito indispensable llevar regalos a
personas que no aportan nada bueno en nuestras vidas, fomentándose un montón de
situaciones sociales en donde la hipocresía y “el quedar bien” son quienes
controlan el ambiente. Las “barrigas aventureras” hacen su agosto en estas
épocas porque sobran eventos en donde pueden asistir a comer, a beber, o a
presumir sin aportar nada a la ocasión, ni a las otras personas que asisten a
la reunión.
Pero en donde se producen
problemas realmente serios es en el terreno de lo afectivo, y lo emocional. Es
en esta época donde la soledad se siente más fuerte, es en esta época donde los
rencores y los recuerdos que duelen nos hacen más daño; es en esta época en
donde se hace más evidente que no tenemos una familia real a nuestro alrededor,
aunque nos sentamos a la mesa con una serie de personas a las que llamamos
familia pero con quienes lo único que compartimos es el apellido. Si tú, estimado
lector, vives algunas de las situaciones que estoy mencionando, necesitas saber
que todo ese panorama puede cambiar cuando entiendas el significado real de la
Navidad.
Hay una fórmula que ha
demostrado que funciona si tú estás dispuesto(a) a poner de tu parte; lo único
que necesita es abrir un poco tu entendimiento y aprender a ver las cosas con
el enfoque correcto. Volviendo a la pregunta
inicial ¿Que celebras en Navidad?. Podríamos decir que podemos celebrar
cuatro cosas diferentes: En primer lugar podemos celebrar la “Navidad
comercial”.
Esta Navidad es la que tiene que ver con los foquitos de colores,
en llenar hasta el tope las tarjetas de crédito, en aumentar 5 kilos de tanto
comer buñuelos, tamales, champurro y todo eso que es bueno para la boca pero
malo para el cuerpo. Esta “Navidad” es divertida
y no es mala cuando se vive con prudencia; es bueno ver a los amigos y hacer
fiestas, siempre y cuando se conecte el cerebro antes de actuar. Sin embargo,
esta Navidad no ayuda mucho a nuestro mejoramiento personal y frecuentemente
deja una sensación de angustia cuando pasa el alboroto.
En segundo lugar se puede
celebrar “La Navidad histórica” que dice que Cristo nació hace más o menos 2000 años. Esta
Navidad es interesante y nos puede hacer más cultos si leemos un poquito; sin
embargo, aquí también nos han enseñado mal ya que en realidad Cristo no nació
el 24 de Diciembre. No se sabe con exactitud ni el año de su nacimiento; menos
el día. Se sabe que nació en verano, no en invierno, porque en Israel los pastores
sacan sus rebaños al campo durante el verano. Lo que sucede es que en los
primeros siglos del cristianismo se escogió el 25 de Diciembre porque era la
fecha en que los romanos tenían la celebración importante a su Dios, que era el
Sol. El escoger el 25 de Diciembre para celebrar el nacimiento de Cristo fue
una forma de aminorar el impacto de esa fiesta pagana en los primeros
cristianos. Esta “Navidad” es interesante pero tampoco aporta mucho a mejorar
nuestra vida actual.
La tercer cosa que puedes celebrar es eso que la gente con lenguaje rebuscado llaman “Navidad
escatológica”. Nos dicen con eso que la Navidad es un recordatorio de que
Cristo prometió volver una segunda vez para implantar definitivamente una forma
de vivir basada en la compresión mutua y el amar al prójimo. Este mensaje es
esperanzador y trae un poco de consuelo a este mundo revuelto que estamos
creando; sin embargo, ayuda poco a pagar la deuda de la casa con el Infonavit o en La Rioja o donde la tengas.
La cuarta cosa que podríamos
celebrar es lo que llamaría la “Navidad personal” que desde mi punto de vista
particular es lo que debería darle el sentido real a las Fiestas Navideñas. En
este caso celebramos que Cristo ha nacido en nosotros mismos, produciendo un
cambio radical y definitivo en nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar.
Este cambio se puede dar en cualquier época del año y lo celebraríamos el 25 de
Diciembre. En cada persona este “nacimiento” es diferente ya que todas las
personas tienen condiciones de vida únicas, irrepetibles, que le dan a este
“nacimiento” características distintas en cada ser humano.
Este nacimiento es el que
puede eliminar tu soledad, puede aliviar tu depresión crónica, y puede traerte
prosperidad económica para que pagues sin problema tus deudas. Y por
la importancia que tiene creo que vale la pena hablar un poco mas de ella.
Cuando se toca este tema la pregunta forzosa es: ¿Y como puede nacer Cristo en
una persona actualmente?. Cristo mismo nos da la respuesta cuando aquel fariseo
llamado Nicodemo le hace esa pregunta, Cristo le responde: “Tienen que nacer de
nuevo del agua y del espíritu”.
La respuesta aparentemente
es confusa porque se nos olvida que todo lo que Cristo enseñó tiene que ver con
el mundo “espiritual” o “no material” de la persona, y tiene muy poco que ver
con el mundo material. Lo que Cristo quiere decirnos es que “Él puede nacer” en
nosotros cuando hacemos nuestra su manera de pensar, su manera de sentir y su
manera de actuar. Nuestra vieja manera de ser debe “morir” para que pueda “nacer” en
nosotros esa nueva forma de ser a imagen y semejanza de Cristo. No estamos
hablando en ningún momento de una muerte física, sino de la muerte de nuestros
viejos hábitos y costumbres, de nuestro sistema de creencias que sólo crea problemas; si quieres decirlo así: está hablando de la muerte de nuestra "vieja historia personal" llena de limitación y escasez que a fin de cuentas ha hecho nuestra
vida miserable.
El problema que tiene el
tomar esta decisión de adoptar la manera de vivir de Cristo es que enseñanzas
religiosas, completamente falsas y equivocadas, nos han hecho creer que vivir
como Cristo dice implica ser “agachado”, sumiso, perdedor, pobre de dinero, y
cosas por el estilo. Sería bueno que revises con mucho cuidado tu creencia
religiosa para que descubras que Cristo nos invita a una vida plena, llena de
logros, de prosperidad material; a una
vida interesante llena de retos que lo motiven a vivir la vida con optimismo y
alegría. Cristo no nos invita a “rezar”, nos invita a “vivir una vida de abundancia de cosas buenas", porque a Dios le gusta que nos vaya bien. El problema es que defendemos nuestra miseria y vida guinienta más que nuestro bienestar. Nos aferramos a ella como si sirviera de algo.
Para nacer a una vida llena
de problemas, angustia y soledad no tenemos que hacer nada porque esas cosas
son como la maleza: crecen solas sin ayuda de nadie. Para tener una vida bonita
tenemos que vivir el proceso de la “Navidad personal”; que es un proceso
gradual de cambio que poco a poco nos lleva a esa transformación madura y
duradera. Rara vez es un acontecimiento único que cambia la vida en forma
instantánea. A Dios le gustan las “evoluciones”, no las “revoluciones”, porque
están son impredecibles y muy difíciles de controlar. A Dios le gusta que cada
quien participe en la organización de su “Navidad personal”.
En este proceso de nacer de
nuevo Cristo se sigue encontrando con el mismo problema de hace 2000 años: El
hotel está lleno y no hay cuarto disponible. Recuerda como María y José andaban
pidiendo posada y se tuvieron que ir al establo porque no había lugar en otro
lado. Pues resulta que Cristo sigue sin encontrar alojamiento en “nuestro hotel
personal”. Ese “hotel personal” es nuestra mente, y esta llena de inquilinos
indeseables, de "malandros" diríamos ahora, entre los que podríamos mencionar las ideas negativas, el
conformismo, la mediocridad, el rencor, el miedo, el sentimiento de culpa y
otros huéspedes de la misma calaña que hacen de la mente un “establo”.
Lo importante es que Cristo está dispuesto a hacer lo
mismo que hizo hace 2000 años: Está dispuesto a meterse a nuestro “hotel
personal” que es un mugrero, para que una vez más, desde el establo, se empiece
un proceso de transformación personal que te convierta en una persona digna y feliz.
Pero tú tienes que hacer
lo mismo que hizo el dueño de la posada: tienes que darle permiso de quedarse,
cuando menos en “el establo”. Ese “darle permiso” quiere decir tener
disposición real de cambio. Quiere decir querer darle oportunidad a Cristo de
“limpiar tu hotel” de toda la bola de inquilinos malandrines que tiene
actualmente. Si dejas que Cristo dirija el cambio y tú haces tu parte en el
proceso, Cristo nacerá en tí, y un 25 de Diciembre podrás celebrar tu
“Navidad personal”, celebrando el nacimiento de un ser nuevo y maravilloso,
listo a disfrutar la vida y a aportar cosas buenas a la comunidad donde vive, Y ESE SER NUEVO Y MARAVILLO ERES TÚ.
Ese ser nuevo y maravilloso recién nacido serás tú mismo, pero transformado
en una imagen viva de Cristo. No del Cristo crucificado que a nadie saca de apuros, sino del Cristo
resucitado que María Magdalena se encontró en el huerto donde lo habían
sepultado
Yo te recomendaría ir al encuentro
de tu “Navidad personal”. Deja que Cristo asuma el papel de modelo en su vida,
y entonces podrás disfrutar las 4 Navidades
de la que hemos hablado. Entonces la Navidad tendrá sentido para tí y
podrás disfrutarla con o sin champurro, aquí en Hermosillo o en Pine Top con los güeros del otro lado de la frontera. Para que esto suceda tu parte es fácil: es estar flojito(a) y cooperando, como cuando vas al dentista.
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