Tal vez tú que estás leyendo el material no fuiste afectado personalmente por el terremoto, pero tienes familiares o conocidos que sí, y ahora ellos enfrentan el dilema de seguir viviendo enfrentando situaciones muy difíciles, tanto en el aspecto emocional como material, y ese sufrimiento no sale en las noticias pero dura mucho después del evento. Por eso si conoces personas en esa situación de seguir viviendo después de haber sufrido una pérdida importante, comparte este material porque les puede ayudar a continuar para adelante sin estar muertos en vida.
Antes de entrar en materia quiero separar dos cosas que frecuentemente se nos hacen bolas:
a) El dolor natural y no se si pueda decir "sano" causado por la pérdida. Lo que nos hace humanos, separándonos del resto de los seres vivos, es que podemos sentir emociones y ellas son las que determinan nuestro comportamiento. No somos de madera y menos de fierro, como muchas veces queremos aparentar, y es totalmente normal sentirnos devastados por esas pérdidas importantes. De hecho el no sentir esas emociones sería un síntoma muy importante de serio desequilibrio psicológico y hay que darse una vueltecita con el siquiatra y el neurólogo.
Debemos permitirnos vivir esos sentimientos a través de lo que se llama un "período de duelo", que es muy importante para que nuestra computadora mental haga los ajustes y podamos seguir viviendo bien en la nueva situación de vida. Se considera que ese período de duelo debe durar entre dos y tres semanas, período después del cual no se olvidará la situación, pero ya no se ve como insuperable porque ya se han encontrado alternativas de solución para continuar nuestro camino personal por la vida, disminuyendo en forma importante los sentimientos de miedo, de frustración y de ansiedad. Hasta aquí vamos bien.
b) El dolor enfermizo que inhabilita a la persona para superar su pérdida. Aquí quiero recalcar la palabra "enfermizo". Este es un dolor que dura por muchos meses y en ocasiones por años, y debe evitarse como cualquier otra enfermedad porque tendrá resultados muy perjudiciales, empezando por estados depresivos muy fuertes y enfermedades físicas de esas que llaman "crónico degenerativas", porque por así decirlo "la persona se dejará morir".
Aquí ya no estamos hablando de una situación justificable ni razonable ni virtuosa. Este dolor no es producido por la pérdida en sí, sino por una cosa que en psicología se llama "APEGO", que es una adicción a personas o cosas. En nuestra cultura mexicana se nos enseña a tolerar el sufrimiento en lugar de eliminarlo, porque tenemos una cultura QUE DOMESTICA en lugar de educar a las personas, a través de una mentalidad en donde ser del Club de la Lágrima Perpetua y el Sufrimiento Agudo" es visto como algo normal y en ciertos casos, por ideas religiosas más chuecas que un plátano, como un medio de purificación para alcanzar eso que llaman "cielo" o para pagar "las que debes".
Si a tí te da por ahí, te recomiendo te tumbes ese rollo, porque tu manera de pensar sólo producirá mucho sufrimiento inútil QUE NO SIRVE PARA NADA. El sufrimiento inútil nunca dignifica ni hace más fuerte a las personas, sólo las destruye lentamente como si fuera un cáncer del alma, y cada vez más, los médicos están convencidos que acaba produciendo un cáncer del cuerpo.
Ahora la pregunta del millón: ¿Y qué podemos hacer para sanar de esa adicción, y mejor aún, PARA NO TENERLA?. La respuesta a esa pregunta es:
PRACTICAR EL DESAPEGO.
Absolutamente en todos las técnicas de mejoramiento personal o de crecimiento espiritual, practicar el desapego es un parte fundamental del proceso de llegar a tener una vida plena y feliz, aunque en nuestro mundo externo pasen calamidades como la del terremoto. Practicar el desapego consiste en cuidarte de que en tu mente NUNCA SE ARRAIGUE LA IDEA DE QUE LAS PERSONAS O COSAS CON QUIEN COMPARTES TU VIDA SON TUYAS.
No tienes que renunciar a tener bonitas relaciones interpersonales o una casa fregona en San Cárlos o Cuernavaca, o el trabajo que siempre deseaste. Tienes que renunciar A LA IDEA QUE SON DE TU PROPIEDAD. Pero en México eso se nos olvida porque siempre decimos "mi pareja", "mis hijos", "mi carro", "mi casa" y al pronombre "mi" le damos un significado posesivo, lo cual va estableciendo el apego, por el cual llegas a creer que esas personas o cosas son lo que aseguran tu bienestar y como crees que son tuyas no se te ocurre que hoy están y mañana pueden no estar.
Y cuando por situaciones como el terremoto, de repente ya no están, tu estructura de vida se derrumba como los edificios que salían en las noticias, y es entonces cuando se produce ese dolor enfermizo que no viene de la pérdida en sí, sino de creer que ya tu vida no puede continuar "porque literalmente se te movió el piso". Tu carro será tuyo mientras no se le antoje al malandrín robacarros, y tu trabajo será tuyo mientras a tu jefe o cliente no se le ocurra cambiarte. Y como con el terremoto, no puedes hacer nada para evitarlo.
El estar consciente de esa realidad no te hace pesimista, ni debe llevar a renunciar a las cosas buenas de la vida. Por el contrario, te va a llevar a cuidar esas cosas y a disfrutarlas mientras coincides con ellas en tu espacio físico y tu tiempo. Nadie cuida lo que considera seguro, y por eso revientan miles de relaciones de pareja o con los hijos. Puedes dar por hecho que tu pareja siempre estará contigo y por eso descuidas la relación y le das de patadas al pesebre hasta que te lo acabas.
Y luego te sorprendes y te quieres morir cuando la persona decide no seguir compartiendo su vida contigo. Hay hermanos que tienen años enojados, o papás con mentalidad cuadrada que no tienen disposición de cambio, o parejas que no ajustan su mente guinienta, y de repente se viene "un terremoto" que hace que pierdas lo que considerabas seguro y empiezan los famosos "hubiera" que te van a matar de la tristeza y la culpa.
Si mantienes claro en tu mente que las cosas buenas de tu vida pueden estar hoy y mañana no, por un lado evitarás la adicción del apego, y por el otro no perderás tiempo en tarugadas ni actitudes orgullosas estúpidas que te impidan disfrutarlas mientras estén compartiendo tu espacio físico y tu tiempo. Tener consciencia que están "por mientras" te hará vivir cada día de tu vida al máximo para disfrutarlas; y cuando por alguna razón ya no estén podrás darle gracias a la vida porque estuvieron y podrás seguir tu camino buscando la manera de sustituirlas para continuar con tu vida bonita, sin sentimientos de culpa o resentimientos.
Y a veces lo que estoy diciendo se oye como equivocado porque crees que si sigues adelante rápido sin alargar el sufrimiento inútil sería una demostración que no querías mucho a esa persona y te sientes culpable o le tienes mucho miedo al que dirán. Recuerda que fuiste educado(a) en la filosofía del sufrimiento de las viejas películas del cine mexicano, con la viuda vestida de negro de pies a cabeza después de 10 años de fallecido el esposo.
En esas películas y canciones se enseñaba a medir el amor en términos del sufrimiento por la pérdida. Eso no es ninguna virtud; por el contrario, demuestra el poco amor que te tienes a tí mismo(a) al permitir echar tu vida por el precipicio porque no te sientes merecedor de las cosas buenas que el Creador hizo para tí. En buen español eso se llama "pendejez"... y perdón por lo de buen español.
Vivir es un negocio muy riesgoso porque no puedes asegurar nada, ni siquiera tu propia vida física, y eso exige aplicar lo que Cristo hace 2000 años ya enseñaba a sus discípulos cuando les recomendaba "viajen livianos". No se refería a la mochila; se refería a sus apegos, porque cada apego que tengas es una cadena que te ata a una situación de vida que hoy está y mañana puede no estar. Y eso es como amarrarse una piedra pesada en el cuello y tirarse al mar.
Como siempre espero que estas reflexiones aporten alguna idea que te pueda permitir continuar viviendo una vida bonita después de la pérdida, porque seguramente puedes aportar muchas cosas buenas al medio donde vives, pero no podrás hacerlo si eres del Club de la Lágrima Perpetua y el Sufrimiento Agudo.